Crimen sin castigo: De la Parra lleva a Dostoyevski a escena

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Crimen, su adaptación de Crimen y castigo, se presenta en el Teatro Finis Terrae, dirigida por Francisco Krebs.


Podríamos imaginarlo en el living de su casa, en Providencia, sentado frente al televisor encendido en un capítulo de la serie True detective. Horas más tarde, podríamos volver a imaginarlo releyendo El sueño eterno, La dama del lago, Adiós, muñeca o cualquier otra novela policial de Raymond Chandler. Podríamos, finalmente, imaginarnos al dramaturgo y siquiatra Marco de la Parra (1952) solo en su despacho, con sus gafas a media nariz y hojeando insistentemente una antigua edición de Los hermanos Karamázov de Dostoyevski.

"Tenía toda la intención de volver al tema del parricidio", cuenta el autor de La secreta obscenidad de cada día. "Pero tomé Crimen y castigo y pensé que si pretendía revisar a los autores rusos había que partir por lo elemental. En esa novela Dostoyevski habla casi que por sí mismo; critica el anarquismo y nihilismo ruso, y desde su posición ortodoxa acérrima. Además, había una intensidad en esos textos que le daban un potencial teatral único".

Acostumbrado a estrenar una o dos obras por año, De la Parra acaba de volver al escenario del Teatro Finis Terrae con Crimen, su adaptación de la novela cumbre de Dostoyevski y que se presentará en la misma sala hasta el 5 de noviembre. "Es una versión comprimida, algo así como el mínimo común múltiplo de la novela", explica. Con dirección de Francisco Krebs y protagonizada por Paula Bravo, Karim Lela y Rafael Contreras, la historia del joven intelectual y asesino Rodion Raskolnikov, publicada por primera vez en 1866, no solo reduce el título original de la obra, restándole el castigo, sino que además sube a escena a solo tres personajes: Raskolnikov, Sonya y el juez Porfiri Petrovich.

"La historia es la misma, y los textos de Dostoyevski fueron debidamente respetados", dice el dramaturgo. "El castigo no es lo más importante en la novela, para mi gusto, mucho menos en esta adaptación, y por eso lo saqué. En cuanto a los tres personajes, los dejé porque considero que ahí están las claves del texto, así como la confrontación de ideas. Lo que importa aquí es la redención frente al crimen y cómo opera la mente de un criminal en cuanto a valores. En ese sentido hay un tema contingente, tanto para Chile como para los rusos y el resto del mundo", agrega.

En poco más de una hora, se expone en escena el interrogatorio al que es sometido Raskolnikov por parte de Petrovich, quien investiga el asesinato por el que se le culpa. Junto a ellos, siempre sobre el escenario, están el hacha con que cometió el crimen, además de Sonya, la muchacha que se gana la vida en la calle y quien lee el Evangelio al protagonista además.

"Hay seres que se consideran extraordinarios y que pueden asesinar a los 'ordinarios'", dice De la Parra. "Son seres que están por sobre la ley, superiores, sobre el bien y el mal incluso. Eso me interesaba resaltar, aunque tiene otras cosas que pusimos con Pancho (Krebs) para darle un aire más policial, sumamente influenciada por las novelas de Chandler o True detective, que es una de mis series favoritas", concluye.

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