¡Podemos Bailar!, la cruzada del Teatro del Lago en Santiago

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Junto a Fundación Mustakis, el espacio de Frutillar creó un programa de integración social para niños y jóvenes.


Todos los años se repite la misma situación. Alrededor de 60 jóvenes de entre 12 a 19 años llenan las salas del Teatro del Lago en Frutillar, tímidos, con la cabeza baja y mirando hacia el piso. En cinco meses, el grupo de nuevos alumnos estudia y trabaja junto a un equipo de profesionales de la danza. Y la historia se renueva todos los años: en agosto se presentan sobre el escenario austral, orgullosos de su desarrollo y aprendizaje, mirando hacia el frente.

Al menos así lo describe Paola Moret, ex bailarina del Ballet Nacional de Chile, que desde 2013 es directora del programa ¡Podemos Bailar!, un proyecto desarrollado por el teatro de Frutillar en conjunto con la Fundación Mustakis. "A través de la danza contemporánea, (los jóvenes) aprenden a relacionarse, mejoran su comunicación, sus relaciones. El baile es una herramienta que ayuda a potenciar todo eso", afirma la líder del equipo artístico, quien el viernes pasado acompañó a una delegación de jóvenes que se presentó en la capital del país.

Es primera vez que ¡Podemos Bailar! se extiende a Santiago. El programa se implementó en la comuna de Recoleta en mayo y durante cinco meses, los alumnos inscritos participaron de clases y talleres para finalmente presentar una coreografía en conjunto con los jóvenes de la Región de Los Lagos.

En un solo elenco, compuesto por 50 alumnos, interpretaron Qualia, pieza coreográfica creada por Cristián Contreras, en el Centro Cultural de Carabineros de Chile, frente a un público de estudiantes de la zona.

"Cada año la obra final que se presenta tiene una relación con lo que sucede y motiva a los jóvenes, ellos participan de la creación", explica la directora Paola Moret, quien fue convocada por la directiva del teatro en 2011 para diseñar este programa. La idea surgió a partir de la cinta Rythm is it! (2004), un documental alemán sobre música clásica que se cuestiona cómo los jóvenes desarrollan su creatividad. ¡Podemos Bailar! utiliza la danza como un motor de crecimiento creativo donde lo fundamental es la integración social, "sobre todo en regiones donde la oferta que hay para gente joven no es tan abundante", ahonda Carmen Gloria Larenas, directora artística del teatro más austral de América.

En los cinco años que el programa se ha realizado, han pasado más de 250 niños y jóvenes. La convocatoria que realiza el teatro es abierta y el único requisito es el compromiso de asistir fin de semana por medio a las clases y talleres que realizan. Y aunque el equipo detrás de ¡Podemos bailar! no tiene certeza sobre el futuro del proyecto en Santiago, esperan que se continúe llevando a cabo.

Para Moret, que se dedicó a la danza de manera profesional durante 15 años, este programa rescata la esencia de la disciplina. "En la profesionalización se pierde mucho del trabajo en equipo, se olvida lo que es apoyar, y la danza es algo colaborativo; este proyecto busca recuperar eso", afirma.

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