BoJack Horseman sigue siendo la serie más interesante de la TV

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Este viernes Netflix estrena el cuarto ciclo de su dramedy centrada en la búsqueda de la felicidad de un caballo parlante. Una temporada inconsistente, pero no corta de genialidad.


* Si bien no hay spoilers detallados, este artículo sí aborda aspectos generales de la trama de la cuarta temporada de BoJack Horseman, que se estrena el viernes 8 por Netflix.

¿Se puede ser feliz a pesar de uno mismo? Esa es una pregunta que durante tres temporadas, la serie animada BoJack Horseman de Netflix ha intentado responder a través de las desventuras de un caballo antropomórfico que vive en un mundo de realismo mágico en donde humanos y animales forman parte de la misma sociedad. Tanto el personaje homónimo, un alcohólico y cincuentón actor que sólo tuvo un éxito en la TV de los 90, como su círculo más cercano, viven tratando de llenar un vacío existencial que ha marcado su adultez; la falta de propósito, la poca realización profesional, la ausencia de familia. Y la depresión. Siempre la depresión.

Suena como un drama, pero la gracia de BoJack Horseman siempre ha sido la inteligencia con la que esconde su tragedia en medio de una comedia. Al momento de hacer reír, pocas series de la actualidad observan con mayor astucia las presiones de la vida moderna; la idea de reírse al reconocer las angustias de uno mismo en la pantalla, y lo que significa existir en 2017 (más una buena dosis de referencias rebuscadas a la cultura pop).

Pero al final de su tercer ciclo, la serie parecía haberse entregado de lleno a su lado oscuro. Un desenlace que parecía inevitable para BoJack: desde el primer capítulo el protagonista se encontraba en una espiral descendente, en medio de vicios autodestructivos que no sólo lo afectaban a él, sino a cualquiera de sus cercanos. Y la última vez que vemos a BoJack es intentando suicidarse luego de causar de forma indirecta la muerte de una amiga. No lo logra, y el personaje parece tener una epifanía mirando unos caballos correr al horizonte.

Tras un final así, la cuarta temporada desde siempre iba a tener que lidiar con el desafío de salir de ese pozo, y volver a presentar en tono de comedia a un personaje que tocó fondo. La solución a ese problema en un principio es la evasión: BoJack (un siempre brillante Will Arnett) está completamente ausente del primer capítulo de la cuarta temporada -que se estrena completa este viernes-, y el mundo ha seguido sin él durante casi un año. Su ex agente, Princess Carolyn (Amy Sedaris) intenta quedar embarazada a los 40, su rival Mr. Peanutbutter (Paul F. Tompkins) está postulando a ser gobernador de California y Todd (Aaron Paul) se ha asumido como asexual. La única que parece no estar mejor sin la presencia del caballo es Diane (Alison Brie), que intenta incesantemente contactarlo.

Cuando BoJack finalmente decide volver, ya no cuenta con la mayoría de sus lazos antiguos. De hecho, más que nunca en los ciclos anteriores, las historias de los personajes secundarios son exploradas con completa libertad más allá de su relación con el protagonista, con capítulos enteros dedicados a sus subtramas.

Y el protagonista no sólo se ve carente de amigos, sino también de algún objetivo que guíe la temporada: el primer ciclo era él buscando escribir sus memorias, el segundo intentando volver a la actuación en un rol de prestigio y el tercero el conseguir una nominación al Oscar. Ahora, el concepto es más abstracto: la redención, o más bien, si esta es posible para una persona (¿animal?) como él.

La posibilidad de redimirse llega en la forma de Hollyhock, una (caballo) adolescente quien asegura ser la hija perdida de BoJack, un hecho que lo obliga a enfrentar su propia historia familiar, sobre todo su problemática relación con su madre.

Entre medio de todas las historias individuales, los detalles a ratos pequeños que han transformado a la serie siguen allí: una permanente sátira a la cultura de las celebridades, los medios de comunicación y la política, siempre con un foco en la contingencia –si la temporada anterior dedicaba un episodio centrado al aborto, ahora hay uno (brillante) sobre los incidentes con armas de fuego-. Pero como siempre, los momentos más destacados vienen desde lo más íntimo: un episodio está centrado en el monólogo interno de BoJack desde que se levanta, y el resultado es de las miradas más ilustrativas a lo que es tener depresión que se hayan visto en televisión.

Cada personaje carga su propia cruz en la cuarta temporada de BoJack Horseman, y su propia cruzada por ser feliz. Por supuesto, nada es definitivo. De hecho, a ratos, el ciclo se siente como una transición hacia otras cosas. Por eso mismo, a ratos es la temporada más inconsistente de la serie desde la primera. Pero nunca pierde el título de la serie más interesante de la televisión actual. ¿Puede BoJack o cualquiera ser feliz en este caos al que llamamos 2017? Depende. Pero ya sólo el viaje hacia esa respuesta vale totalmente la pena.

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