El 25 de marzo de 2015, el puerto de Chañaral por poco desaparece. Las inclementes lluvias se dejaron caer durante días, y en pocas horas un aluvión arrasó con la localidad minera de El Salado y con la ciudad ubicada a más de 97 kilómetros al norte de Caldera, en la región de Atacama. El barro cubría las calles, además de cientos de casas, y la prensa hablaba de desaparecidos y de muertos a causa de uno de los desastres naturales más violentos en el Norte grande.

"Fui de vacaciones al año siguiente y el pueblo estaba poniéndose en pie, al menos su infraestructura, pero su gente y sus vidas seguían enlodadas", recuerda el dramaturgo, director y actor chileno Bosco Cayo (1984), nacido en Chañaral. "A la población solo se le informó cuánto habían avanzado en la reconstrucción, pero nunca nadie les dijo qué tan contaminada estaba esa tierra o la playa. Pocos saben que en Chañaral ya ni siquiera nacen niños, pues el hospital no tiene maternidad y sus aguas son tan tóxicas como las de Chernóbil después del desastre", afirma.

Tras esa primera visita al lugar de la catástrofe, Cayo y su grupo Compañía Limitada comenzaron a escribir su cuarta obra, Plan vivienda, que este viernes 11 debuta en Matucana 100. Para alimentar la ficción, el autor de El Dylan proyectó 30 años a partir del aluvión y en la voz de una docena de víctimas, entre ellas una dirigente que se niega a abandonar la sede social y un padre que busca a su hijo desaparecido. "No es ciencia ficción, pero el futuro me abría ciertas posibilidades desde la dramaturgia para hablar de las otras consecuencias", explica. "¿Cómo se reconstruye una comunidad?", se pregunta el texto que en escena reúne a April Gregory, Ignacia Agüero, Verónica Medel, Jaime Leiva y a su propio autor.

Otros dos estrenos de compañías jóvenes llegarán a salas en los próximos días. Uno recordará a Diana de Gales a casi 20 años de su muerte, el 31 de agosto de 1997. Encargada por el Espacio Diana y el British Council, el próximo viernes 18 verá la luz Los tristísimos veranos de la Princesa Diana, lo nuevo del grupo La Niña Horrible, encabezado por Javier Casanga (1985) y la dramaturga Carla Zúñiga (1986, La trágica agonía de un pájaro azul).

Encerrada en la torre de un castillo, una princesa llamada Diana (interpretada por el actor David Gaete) intenta huir con la ayuda de sus dos hijos. "La historia no es documental, pero de alguna forma retrata la vida de esta princesa cuya imagen trascendió fundamentalmente por su glamour y temprana muerte", dice Casanga. Convertida en un personaje grotesco, "decadente", según él mismo, Diana descubrirá las razones de su encierro y al mismo tiempo replanteará su rol como mujer. "La perspectiva de género es clave para entender cómo se inmortalizó esta mujer que iba en contra de las ideas que la monarquía pretendía seguir imponiendo", concluye el director.

Esa misma tarde, en el Camilo Henríquez, debutará Romeo y Julián, el texto con que el actor y director Carlo Urra (1983) reescribe y convierte la tragedia de Romeo y Julieta de Shakespeare en un drama contemporáneo y, de paso, en la historia de amor entre dos adolescentes homosexuales del Chile actual. "Me interesó aprovechar el carácter pop del texto para invitar al público que no suele venir al teatro a ver un clásico traído al presente", cuenta el autor y director.

En el Verona, un colegio particular de Providencia, dos muchachos de 15 y 17 años (Nicolás Rojas y Francisco Dañobeitía) se enamoran contra la voluntad de sus familias. El montaje, al que se suman Mariana Di Girolamo y Sebastián Ayala, entre otros, "toma la fábula original, reescrita por Shakespeare, pero la saca del canon y la norma", advierte Urra, "y nos la plantea como una historia de amor imposible a pesar de la época".