Alain Johannes: el discreto protagonista

Alain

El público sabe que su lugar en el firmamento del rock estadounidense es mucho más que la anécdota de haber formado sus primeras bandas con futuros miembros de Red hot chili peppers y Pearl Jam, o ser "el amigo chileno" de Chris Cornell.


La gente que repletó el bar Loreto en Recoleta la noche del sábado tiene claro que Alain Johannes supera largamente el hecho de ser hijo de Danny Chilean, sobrino de Peter Rock, y haber nacido en Santiago en 1962 justo en los días del Mundial de Fútbol. Ese público sabe también que su lugar en el firmamento del rock estadounidense es mucho más que la anécdota de haber formado sus primeras bandas con futuros miembros de Red hot chili peppers y Pearl Jam, o ser "el amigo chileno" de Chris Cornell, como ha sido introducido a la masa en los últimos días. Parte importante de su prestigio proviene de colaborar como productor y músico, entre otros, para Arctic monkeys, Queens of the stone age, Them crooked vultures y, últimamente, PJ Harvey, nombres de la elite del rock. Johannes es un artista de múltiples talentos, algunos de ellos extraordinarios -el dominio instrumental, su capacidad como compositor y arreglista, un canto estoico enlazado a la melancolía-, pero parece cómodo con el segundo plano y dejar que la música hable.

Acompañado de los hermanos Cote y Felo Foncea, el primero en batería, el segundo en teclados y ambos secundando en voces, Johannes presentó su cancionero solista y con Eleven, la subvalorada banda que tuvo a partir de los 90 con su fallecida esposa Natasha Shneider. Desde que arrancó con Nature wants to kill me, la poderosa canción de pastosa guitarra que abre Thunk (1995) de Eleven, quedaron en evidencia algunas cosas: el sonido no era óptimo (mucho mejor con los teloneros, la afiatada banda porteña Humboldt), y su voz tampoco estaba en óptimas condiciones para enfrentar la noche y las fechas que siguen de esta visita, enmarcada con el estreno en salas de Unfinished plan: el camino de Alain Johannes, el documental del realizador nacional Fito Gárate sobre este peculiar músico, incluyendo entrevistas a rockstars como Josh Homme y el fallecido líder de Soundgarden.

Felo Foncea tuvo trabajo extra como lo hacía Ray Manzarek en The Doors y, por cierto, Natasha Shneider en Eleven, al hacerse cargo del teclado y ejecutar con la mano izquierda las líneas del bajo, además del apoyo en coros. Cote Foncea ofreció la solidez de siempre en batería, una combinación de fuerza y precisión que lo distingue entre los mejores de Chile en su puesto. Johannes dominó la guitarra eléctrica con un espeso sonido desértico, solos incendiarios, y riffs (All my friends, Reach out) que reptan y envuelven con rastros de agresiva sensualidad que se remontan a Led Zeppelin, impronta también presente cuando Johannes dejó el instrumento para coger la cigar box guitar, esa singular guitarra acústica hecha con una caja de cigarrillos, para interpretar material de Spark, el remecedor disco fúnebre que dedicó a su pareja.

Es probable que Alain Johannes nunca sea una estrella del rock en la acepción más típica, lo cual da exactamente lo mismo. Ofrece valores de otro peso. Es un musicazo de rock con un estilo absolutamente propio, duro y vulnerable, enlazado a un talento melódico natural. Que haya nacido en Chile sólo resalta cierto exotismo inherente a su biografía. Sin embargo una tristeza, una melancolía propia de este lado del mundo, persiste en sus canciones.

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