Tom Araya, vocalista de Slayer: "Los jóvenes hoy no aceptan otras opiniones y sólo lloran"

Slayer_LNCIMA20170202_0031_5

Antes de su show de este lunes, el chileno habla del presente del grupo y de su polémica virtual por Trump. "A las nuevas generaciones les falta disciplina", dice.


Tras 35 años al mando de una de las mayores instituciones del thrash metal mundial, a Tomás Araya Díaz (55) hay cosas que todavía lo entusiasman y otras que ya no le pueden importar menos. Afortunadamente para su fanaticada chilena, la idea de volver a tocar a su tierra natal junto a Slayer, este lunes en el Movistar Arena, está entre las primeras.

"Siempre es entretenido ir a Chile, me gusta volver a casa. Es la mejor parte de cada gira por Sudamérica", dice el bajista y vocalista oriundo de Viña del Mar, al teléfono desde su casa en Texas, sobre este reencuentro con el país que dejó a los cuatro años y que, en cada regreso, lo ha recibido como a uno de sus hijos más ilustres. El de ahora será el octavo concierto en Santiago del cuarteto californiano, esta vez para presentar Repentless (2015), su duodécimo álbum y el primero sin el guitarrista Jeff Hanneman, fallecido en 2013.

—¿Cómo definiría el presente de Slayer tras la llegada de Gary Holt y el regreso de Paul Bostaph?

—Estamos definitivamente más afiatados. Cada vez se siente más como una banda estable. Gary ha estado tocando por un largo tiempo con nosotros y Paul volvió a entrar, así que está todo bien, cada vez nos vamos entendiendo mejor.

—El año pasado celebraron 30 años de Reign in blood con una gira, y en Chile hasta se publicó un libro sobre el hito. ¿Alguna vez tuvo noción del impacto que tuvo ese disco en toda una generación de metaleros chilenos?

—Nunca imaginamos que sería considerado un hito en la música, al menos en la que tocamos nosotros. Es algo que me impresiona hasta hoy. Tampoco dimensioné lo importante que era la banda en Chile. Ni siquiera sabía que había un público familiarizado conmigo y con la banda hasta nuestro primer show en 1994. Esto fue antes de internet, así que no estaba al tanto de la escena musical ni de casi nada de lo que ocurría allá. Mi única conexión con Chile era mi hermana, que mantuvo el contacto con algunos tíos y primos.

—A propósito de su hermana Jeanette, hace poco ella contó que está preparando una película biográfica suya. ¿Cuán involucrado está en ese proyecto?

—Me refería a mi hermana mayor, Ana, que falleció. Ella era nuestra conexión con Chile. Del proyecto que mencionas sé que está en marcha y nada más. Ella escribió un libro y yo la ayudé al comienzo, pero sentí que pudo haber hecho otra cosa y ahí perdimos el contacto. Han pasado dos meses desde la polémica que desató la foto trucada que publicó de Slayer con Donald Trump.

—¿Sigue creyendo que la gente sobrerreaccionó?

—Creo que nadie aguanta un chiste en estos días. Alguien le mandó esa foto a mi esposa, ella me la mostró y me pareció gracioso publicarla en medio de ese ambiente de odio a Trump. Pero cuando lo hice a nadie le pareció gracioso. Mira, yo lo veo así: nosotros como chilenos crecimos bajo cierta disciplina. Mi papá me disciplinó, no fue abusivo nunca, pero moldeó la persona que soy hoy, alguien fuerte, con valores, cariñoso y capaz de reírse de sí mismo. Pero, al menos en Estados Unidos, ya no existe esa disciplina en las nuevas generaciones y los jóvenes de hoy son violentos, no aceptan opiniones distintas a las suyas y en vez de escuchar sólo lloran como bebés.

—O sea fue una broma, no estaba manifestando su apoyo a Trump.

—Fue un chiste. Yo no voté por Trump. Ni siquiera voté porque no me gustaba ningún candidato. Me pareció gracioso pero al resto del mundo no, y se volvieron violentos, me insultaron, dijeron que quemarían sus discos de Slayer. Fue uno de esos momentos en que piensas: "Puta la hueá, ¿qué les pasa a estos hueones" (dice riendo en español).

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.