Pierre Lemaitre, escritor francés: "Frente al terrorismo nuestro triunfo será vivir sin miedo"

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Reconocido por su saga policial, el autor estuvo en Chile y habló de Tres días y una vida y Recursos inhumanos. Su novela Nos vemos allá arriba, Premio Goncourt, será una trilogía ambientada en las primeras décadas del siglo XX.


Es primera vez que está en Latinoamérica, pero su vínculo con Chile se remonta a cuando era un veinteañero. El escritor francés Pierre Lemaitre (66) dice estar emocionado de llegar a Santiago. El lunes aterrizó desde Colombia, previo a estar en México y, luego de participar en la Cátedra Bolaño de la UDP, hoy viajará a Uruguay y luego a la Feria del Libro de Buenos Aires.

"Soy un pésimo viajero. Me cuesta salir de casa. Estoy feliz de estar aquí. Soy parte de una generación que vivió de cerca el drama chileno de la dictadura militar. Y para nosotros, los intelectuales europeos, Chile tiene un lugar particular. Yo tenía 23 años para el golpe de Pinochet, entonces afectivamente fuimos muy cercanos al país", dice Lemaitre, quien debutó en el mundo literario con una serie policial protagonizada por el inspector Camille Verhoeven, pero que alcanzó mayor reconocimiento cuando obtuvo el prestigioso Premio Goncourt con la novela Nos vemos allá arriba, en 2013.

Hasta los 56 años, Pierre Lemaitre, como educador, se dedicó a formar bibliotecarios. Su novela Irène fue su carta de presentación como escritor en 2006. En una década, el artista nacido en París, solo suma elogios y lectores. Stephen King dijo que es "un autor de novelas de suspense realmente excelente".

Ahora Lemaitre llega al país con dos nuevos libros. La novela negra Recursos inhumanos protagonizada por Alain Delambre, un desempleado que incluso hará actos inmorales para encontrar un nuevo trabajo. Además, de Tres días y una vida, que narra cómo es crecer con la culpa luego de cometer un crimen en la infancia. Es la historia que le ocurre a Antoine Courtin, quien está preso de un destino miserable.

—¿Cree que influyó su antiguo trabajo, en su labor de escritor?

—Yo enseñaba a bibliotecarios, pero no me di cuenta que enseñando, aplicando decenas de libros, estaba almacenando cosas que me serían útiles cuando me transformara en novelista. Sin darme cuenta reuní una gran cantidad de herramientas narrativas y un día me instalé a escribir y abrí esa caja y con ese material aprendí a hacer un diálogo, a fabricar un personaje secundario, una serie de cosas que sabía sin saberlo…

—¿Cómo surgió la historia de Tres días y una vida?

—Como todo novelista de historia criminal me impacta la contradicción que plantea un niño que ha cometido un crimen. La paradoja de cómo crece, cómo se desarrolla en la sociedad, es lo que quise abordar en la novela. No sé si hoy hay más niños asesinos que antes, pero ahora los medios de comunicación muestran, por ejemplo, como un niño en Estados Unidos va a la escuela con el arma del padre.

—¿Por qué quiso abordar el tema laboral en Recursos inhumanos?

—Cuando creo este personaje, Alain Delambre, es porque quiero trabajar sobre el desclasamiento. Mi generación hizo lo que el sistema nos pidió hacer. Nos pidieron endeudarnos para comprar un departamento y nos endeudamos… Nos pidieron que fuésemos buenos empleados y lo fuimos… Pero de repente el neoliberalismo irrumpió en toda Europa y nos dicen 'Ustedes trabajaron bien, pero eso ya pasó'. Así que aunque seamos jubilados tenemos que seguir trabajando. Frente a esto yo creo que Delambre es un personaje reactivo puro: él no tiene estrategia, pero cada vez que ocurre algo, reacciona. Bueno luego termina haciendo cosas inmorales y el lector, que hasta entonces estuvo a su lado, empieza a tomar distancia.

—En su novela Rosy y John, el protagonista resuelve sus conflictos cometiendo actos de terrorismo…

—En esa novela quería demostrar que el terrorismo no requiere de sofisticación para operar. No es un libro político, no es terrorismo ideológico, pero sí quería demostrar que alguien determinado, con medios muy simples, puede transformarse en el terror de una ciudad o de un país. Quería demostrar la fragilidad increíble de nuestras democracias. Yo vivo en un país que hace medio siglo no tenía guerras… He crecido en un universo mental bastante cómodo y repentinamente me tengo que meter en una nueva realidad porque con el terrorismo nuestro país vive como en guerra, una guerra difícil de entender, porque el enemigo es visible solo en el momento en el que ataca. Nos estamos acostumbrando a un estado de guerra. Frente al terrorismo nuestro triunfo será vivir sin miedo. Modificar nuestras costumbres sería una victoria para el terrorismo.

—¿Es cierto que escribe la segunda parte de Nos vemos allá arriba?

—Acabo de terminar el segundo libro. Será una trilogía. Hay un vínculo entre los personajes, pero tampoco es una saga familiar. Pretende ser una suerte de fotografía de un período de 30 años, que separa el final de la Primera Guerra Mundial con el principio de la Segunda… Años 20, 30 y 40. Es un período bastante interesante porque comienza con una guerra que rediseñó completamente el territorio europeo… La primera guerra no hace sino dar pie a la segunda y propagar el fascismo en Alemania, Italia, España, Francia… Por eso es extraño si la extrema derecha se instala en el poder.

—¿Y qué opina de Emmanuel Macron y Marine Le Pen?

—Uf! estoy cansado de esos… Yo soy un republicano de izquierda. Me interesa la redistribución de la riqueza y la igualdad entre las personas. Pero yo no voto por mí. Yo soy un privilegiado, a mí me conviene la derecha y es más, es posible que yo gane más dinero con la derecha, quizá tenga una vida aún más cómoda, pero yo voto por la izquierda porque voto por algo que me parece justo. Es complejo encontrarse de frente con un fascismo antisemita, que es irreconciliable con lo que yo soy.

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