El cepillo de dientes, una historia de amor y crueldad llega al Teatro UC

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La obra de Jorge Díaz, estrenada en 1961, vuelve mañana dirigida por Alvaro Viguera. Luis Cerda y Geraldine Neary encarnan a una pareja disfuncional que intenta mantenerse unida.


Ella lo matará a Él, y luego Él a ella. Es algo que sabremos desde el comienzo, pero no cómo ni cuándo lo harán, así como tampoco el nombre de cualquiera de los dos. Correrá el telón y la primera escena bastará para ponerse al tanto de que ambos conforman una pareja aburrida y cansada de permanecer relegada a su propia rutina, discutiendo y violentándose mutuamente por quehaceres domésticos y sin importancia. En lo que parece ser el comedor de una casa acomodada y de una época lejana, el extravío de un tenedor enloquecerá a los protagonistas de El cepillo de dientes, acaso la obra más popular del dramaturgo chileno Jorge Díaz (1930-2007).

Mañana, y en el año en que se cumple una década desde la muerte de su autor, una revisita al mismo texto, a cargo de Alvaro Viguera, volverá al escenario del Teatro UC.

El grupo Ictus la estrenó en 1961, en su sala La Comedia. El director de la obra entonces, el fotógrafo Luis Poirot, le dio voz y rostro a los dos personajes creados por Díaz en la piel de los actores Jaime Celedón y Carla Cristi, convirtiéndolos en un sello casi indisoluble de esa primera producción. Tal fue el éxito de público, que en 1988 el mismo reparto volvió al escenario, y tras varias giras la obra se convirtió en una de las piezas locales más representadas fuera del país.

La nueva propuesta de Viguera, con Geraldine Neary y Luis Cerda, dará el puntapié a los homenajes al Premio Nacional de Teatro de 1993, para los que están previstos los retornos de otras dos piezas suyas, El locutorio en GAM y Fatiga de material en el Centro Cultural de Las Condes, ambas este mes.

La tarea para el actor y director (Happy end, Sunset Limited) no era fácil, según cuenta: "Pensé que quizá el texto no aguantaría el paso del tiempo en cuanto a lo estrictamente teatral, así como en la ingenuidad del humor que posee, así que elaboramos una propuesta de montaje que le da todo el espacio posible a la obra para que se sienta y perciba casi en su formato original, a excepción de algunos cortes y otros textos que fueron musicalizados, pues su escritura lo permitía", dice.

Hermanada al absurdo de Ionesco, la obra de Díaz y su nueva lectura y look, fuertemente inspirado en los 60, pondrán el acento en otros de sus vértices: "Hay una violencia implícita que parece más naturalizada para nosotros, pero si uno lee la fecha en que fue estrenada, deja en evidencia la provocación del autor. Hay además una crítica a lo burgués, al matrimonio y a esa rutina que Jorge Díaz parecía esquivar", opina.

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