Una mujer fantástica: una historia íntima

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El rol protagónico de Vega es para aplaudir. En sus hombros cae el peso de la historia y lo lleva con un carácter extraordinario.


El director nacional Sebastián Lelio estrenó en 2013 Gloria, una historia acerca de la soledad de una mujer de mediana edad y su búsqueda por ganarse un espacio en la sociedad. El regreso del director es Una mujer fantástica, ganadora del Oso de Berlín por Mejor Guión - coescrito por Lelio y Gonzalo Maza -, una obra que viene a ser la compañera perfecta de su filme anterior, donde la resiliencia de una mujer representa la columna vertebral del relato.

Marina (Daniela Vega) es una mesera que por las noches trabaja como cantante en un club. Tiene una relación con Orlando (Francisco Reyes), un hombre mayor que se ganó el odio de su familia al abandonarlos para irse a vivir con ella. Es que una cosa es abandonar a esposa e hijos por una mujer más joven, y algo muy distinto, es haberlos dejado por una mujer transgénero. Pero el amor que sienten es verdadero y sueñan con un futuro juntos, hasta el momento en que Orlando muere producto de un aneurisma.

Marina queda sola, expuesta al enjuiciamiento de la familia de Orlando y bajo investigación de la PDI por la posibilidad de que hubiese sido más que un simple accidente. Como ya lo hiciera en Gloria, Lelio construye una historia de interés y entendimiento hacia su protagonista. Nuevamente un personaje femenino, marginado e incomprendido. Enfrentando sospechas y odios, Marina lucha en un camino que parece imposible de transitar, como lo deja en claro la escena en que un viento sobrenatural le impide caminar por la calle.

El rol protagónico de Vega es para aplaudir. En sus hombros cae el peso de la historia y lo lleva con un carácter extraordinario. En roles secundarios sobresale Aline Küppenheim como la ex señora de Orlando, una mujer que aún no logra entender lo ocurrido: "Disculpa que te mire así, pero no sé qué estoy viendo", le dice a Marina.

En su conjunto, es una película madura, aunque con elementos que no funcionan, como los personajes de Nicolás Saavedra y Marcial Tagle, estereotipos gruesos que existen solo para un propósito. Independiente a esto, esta obra marca un paso importante en la carrera de uno de los directores de mayor interés en nuestro país.

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