Tomándole el pulso a Lollapalooza: un día prestado para las poleras negras

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Los seguidores de Metallica se tomaron un espacio que nunca será de ellos. El día 1 de Lollapalooza Chile 2017 abrazó a un público ajeno a la selfie y a las páginas sociales.


La primera jornada de la edición chilena del festival era todo un desafío en todos los sentidos. Los fanáticos del número principal, a priori, distaban mucho del público tipo del Lollapalooza: aquellos que generalmente asisten para vivir un resumen prematuro de lo que se está escuchando en el mundo de la música, reafirmar su compromiso con su descubrimiento de nuevas bandas o simplemente a sacarse fotos en el evento del año.

Los componentes más acérrimos de "la familia Metallica" no iban a estar con rodeos. Si bien la tónica del día no estuvo con la contradicción casi humorística de la niña rubia con polera negra de la banda y una corona de flores bien posicionada en su cabeza (alertada, seguramente, por los memes que inundaron Internet) el choque entre estos dos mundos no resultó tan traumante.

Familias completas comandadas por canosos padres con poleras desgastadas de Ride the lightning y el Kill 'em All llegaron para disfrutar de una fiesta que ellos no entienden del todo. En su séptima edición, la marca Lollapalooza ya no significa un festival de música, si no un evento social donde hay que estar, cualquiera sea la banda que esté en el escenario. Sin embargo aquello no es del todo negativo para quien quiere (y puede) hacerlo.

El "campamento" armado en el Parque O'higgins funciona como un reloj suizo, sin muchos contratiempos y eso en países como el nuestro hace que la experiencia se valga por sí sola. A veces en mute, durmiendo en el pasto mientras toca la estrella más promisoria a 100 metros o sacándose una selfie con el logo del festival.

Los fanáticos de Metallica se tomaron un espacio que nunca será de ellos. Hay que derribar el mito de que Lollapalooza es un festival de rock porque, principalmente, es un espacio de tendencias musicales. El conjunto de James Hetfield y Rancid pusieron la cuota para esta edición con números certeros y probados que cruzan generaciones de manera transversal y abrazan a todos sin hacer sentir la exclusión que "el mundo del rock" aplica ante aquellos que no comulgan con la religión de las guitarras y la distorsión.

Metallica y su magnífico show coronaron con rock, prestancia y grandilocuencia un día que todos querían ver adornado con flores. Próceres como ellos, Pearl Jam, Soundgarden y Foo Fighters vienen a hacer un necesario cameo en un evento y una marca que jamás se ha quedado estancada en los noventas pero que con momentos como el de anoche nos vuelven a conectar con la música y la pasión de escuchar una buena canción.

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