The Joshua Tree: sonando a U2

U2 photographed by John Wright
U2 photographed by John Wright

Hace 30 años, la banda irlandesa publicó el disco más exitoso de su carrera, que los consolidó como uno de los actos musicales más importantes del planeta, pero también les entregó una carga con la que han debido lidiar por décadas.


Canciones políticas y mesiánicas, canciones religiosas de sermones proféticos, canciones de amor en donde parece que la vida misma está en juego, y canciones sobre todas cosas al mismo tiempo. Sobre todo, canciones que sin ninguna vergüenza buscan ser coreadas por la mayor cantidad de gargantas posibles. The Joshua Tree (1987) podría ser un compilado de todas las cosas por las que en U2 serían criticados por el resto de su carrera. Pocos años después del lanzamiento de ese disco -y éxito indiscutible-, el sonar a U2 sería un cliché con el que la banda debería luchar y derechamente escapar. Por algo pasaron buena parte de la década siguiente evitando sonar a sí mismos.

Pero ninguna de las críticas posteriores –que se han transformado en un cliché en sí mismas- puede ocultar el hecho que, en algún momento, el que U2 encontrara su sonido definitivo no significó un pecado musical, sino un peak creativo. The Joshua Tree no sólo es considerado uno de los mejores discos de los 80 por buena parte de la crítica especializada, sino que es además un infaltable en los listados de los mejores álbumes de la historia.

The Joshua Tree debe haber sido la primera vez que los irlandeses encontraron el sonido que buscaron por casi una década. De cierta forma, fue la culminación de su viaje musical en los 80, incorporando elementos de todos sus trabajos anteriores: el post-punk de Boy (1980), la religiosidad de October (1981), el discurso político de War (1983) y los himnos de The Unforgettable Fire (1984). Pero todo mejor hecho, y sumando la más reciente influencia del grupo: la música norteamericana.

Si bien la dupla de producción era la misma que ya venía hace algunos años trabajando con la banda, Daniel Lanois –quien un año antes produjo So de Peter Gabriel, que si no es el disco que mejor suena de los 80, pega en el palo- y Brian Eno –quien no necesita introducción-, para The Joshua Tree decidieron innovar con las mayor con la mayor fortaleza de la banda: el distintivo estilo del guitarrista The Edge, quien compensaba la falta de virtuosismo en los dedos con una oreja envidiable en el mundo del rock. Su arsenal de efectos podía hacer sonar una guitarra como diez, y eso fue lo que potenciaron Eno y Lanois.

Lo que más se recuerdan son los tres hits que abren el disco: Where the streets have no name, I still haven't found what I'm looking for y With or without you, pero The Joshua Tree está lleno de melodías memorables: La agresiva canción de protesta Bullet the blue sky, la melancólica balada Running to stand still, la bluesera Trip through your wires, y Mothers of the disappeared, que 11 años después se transformaría en un himno en el concierto del Estadio Nacional, con Bono emplazando a Pinochet a revelar el paradero de los detenidos desaparecidos.

El disco fue un éxito de ventas y de críticas, pero también una tremenda carga. Apenas un año después lanzarían el –injustamente- criticado Rattle and hum, que marcaría el inicio de los prejuicios que parte de la audiencia y críticos sentirían sobre U2 para el resto de los días, haciendo a la banda cuestionarse el sonido propio que recién habían logrado encontrar.

Eso no fue necesariamente malo: la búsqueda de los irlandeses por alejarse de The Joshua Tree llevaría a su mejor disco, Achtung Baby (1991) y al más interesante, Zooropa (1993). Pero cuando la experimentación fracasó con Pop (1997) –aunque eso es debatible- el grupo nuevamente cuestionó todo lo que estaba haciendo. Se podría argumentar que el verdadero gran pecado de Bono y compañía ha sido preocuparse mucho de las críticas.

¿Y qué hicieron? Iniciaron, hasta el día de hoy, intentos de recuperar el sonido de The Joshua Tree, cada vez con menor éxito. Desde All that you can't leave behind en adelante, la banda ha ido progresivamente dándole la razón a los clichés que se les calzaron alguna vez con injusticia –y suscitando comparaciones ridículas con Coldplay, banda que ni en su mejor disco se acercó a The Joshua Tree-.

Por algo quizás optaron por lo sano al decidir que su próximo paso fuera una gira celebrando los 30 años del disco, interpretándolo por completo en distintos escenarios durante este año. Un paso de nostalgia comercial y escasez de ideas, sin duda, pero también asumir una realidad: nunca van a poder escapar de la sombra de ese disco. Y está bien. De paso, le pueden recordar al mundo cuando sonar a U2 era sinónimo de excelencia.

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